Princesas y Principes.
Los estereotipos de género, hacen referencia a una serie de
ideas impuestas, simplificadas, pero fuertemente asumidas, sobre las
características, actitudes y aptitudes de las mujeres y los hombres.
Son típicas algunas frases como estas:
·
Las mujeres son más dependientes y emocionales
que los hombres.
·
Las niñas son más buenas y los niños más
traviesos.
·
En los estudios las mujeres son más
trabajadoras, pero ellos son más inteligentes.
Aunque a veces, nos puedan parecer inocuos, los estereotipos
de género marcan la existencia de las mujeres y
de los hombres, condicionando sus gustos (juegos y deportes), sus
expectativas (sus metas profesionales), sus ocupaciones y empleos (todavía
existen profesiones feminizadas y masculinizadas), sus salarios y en general su
manera de vivir.
Los estereotipos de género se transmiten y refuerzan mediante
el proceso de socialización, en la familia, en la escuela, con las amistades,
en los medios de comunicación y mediante el lenguaje. A través de los agentes
de socialización aprendemos e interiorizamos las normas, valores y formas de
percibir la realidad de acuerdo con la sociedad en la que vivimos, lo cual nos
permite desarrollar las capacidades necesarias para interrelacionarnos.
Y como resultado de este proceso, aun sin darnos cuenta, en
la mayoría de los casos, según seamos hombres o mujeres, ponemos en práctica
una serie de comportamientos aceptados como femeninos y/o masculinos, que van a
ser considerados como apropiados o no, favoreciendo nuestra inserción como
miembros de la sociedad a la que pertenecemos o provocando reacciones adversas.
Y con demasiada frecuencia romper un estereotipo, significa recibir una
penalización social, por muy sutil que esta sea.
Directamente relacionados con los estereotipos de género,
están asignados los roles de género, que atribuyen diferentes funciones
sociales a mujeres y hombres. A las mujeres se les han asignado tradicionalmente
roles vinculados con el desempeño de tareas en el ámbito doméstico, relacionadas
con el cuidado del hogar y con el cuidado de las personas en el entorno
familiar, mientras que a los hombres se les han asignado roles relacionados con
el ámbito público: el empleo remunerado y la participación en los órganos de
toma de decisiones que afectan al conjunto de la sociedad.
Los estereotipos y roles de género dañan el desarrollo
personal de mujeres y hombres. Y así lo constatan también los nuevos estudios
sobre masculinidades y algunas asociaciones de hombres que trabajan por la
igualdad, que manifiestan su incomodidad con tener que cumplir ciertas
expectativas sociales que dañan su individualidad.
Cada cual ha nacido con su sexo, pero se aprende a ser niño,
niña, mujer, y hombre a través de la socialización diferenciada. Y esta serie
de construcciones sociales y culturales que se atribuyen a las personas por el
hecho de ser biológicamente diferentes, mujeres u hombres, definen las
identidades de genero que son la base donde se asienta la desigualdad de género.
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